A poco menos de un año de las elecciones generales 2026, el escenario político se presenta atomizado, con escasa capacidad de articulación entre partidos y sin liderazgos nacionales consolidados. Enzo Elguera, analista político y CEO de Imasolu, detalla en esta entrevista para El Comercio las principales conclusiones del reciente estudio de la consultora, que incluyó mediciones sobre reconocimiento de candidatos presidenciales, bloques ideológicos predominantes y estimaciones sobre la futura composición del Congreso.

Tendencias políticas: del desencanto al giro conservador moderado

“La influencia de Pedro Castillo ha dejado una secuela de decepción en el electorado”, señala Elguera al explicar que, si bien el centro político sigue concentrando mayor preferencia, se advierte un giro hacia una derecha más moderada.

“Quienes apostaron por una propuesta radical hoy piensan en un sistema político no tan extremo en sus posturas.”

Sin embargo, esta inclinación no encuentra todavía una oferta electoral consolidada: “Los candidatos visibles en la derecha suelen presentarse como opciones más cercanas a la derecha extrema. Hay un vacío importante en el centro-derecha.”

Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga, Phillip Butters y Carlos Álvarez lideran los primeros registros de intención de voto. Pero el fenómeno obedece más al nivel de conocimiento que a un alineamiento político estructurado. “Muchos de ellos se mueven dentro de un populismo de derecha. En el caso de Keiko Fujimori, es su voto duro el que persiste.”

Fragmentación y ausencia de alianzas

Uno de los hallazgos más consistentes es la dificultad para formar alianzas electorales reales. Elguera advierte que los intentos actuales carecen de visión estratégica. “No hay propuestas de alianzas serias ni programáticas. Las que aparezcan serán producto de la desesperación.”

Las razones detrás de esta situación se relacionan con la pugna por cuotas de poder:

“Cada partido quiere imponer a sus cuadros y protegerse frente al Congreso o a sus propios vicepresidentes. La desconfianza predomina.”

Una campaña presidencial con lógica regional

El escenario electoral de 2026 tiene rasgos cada vez más parecidos a una contienda regional. Según Elguera, esto se debe a la debilidad de los liderazgos nacionales.

“Esta elección presidencial parece más una campaña regional, con candidaturas pequeñas y fraccionadas que emergen desde los territorios.”

En ese contexto, el efecto de arrastre del voto presidencial al Congreso se diluye. “El arrastre pierde fuerza porque no hay liderazgos sólidos que lo sustenten.”

La atomización del voto abre oportunidades para candidatos emergentes que aún no figuran con fuerza en las encuestas, pero que podrían capitalizar el desgaste del sistema. “El escenario se abre para un candidato que aún no aparece con fuerza. Un perfil antisistema, pero distinto al populismo tradicional.”

Voto cruzado, confusión y desinterés legislativo

El escaso conocimiento del nuevo sistema podría generar distorsiones al momento del sufragio.

“Las personas votarán en línea por asociación, sin diferenciar entre diputados y senadores. Muchos podrían no usar el voto preferencial.”

Elguera advierte que la decepción con el Congreso llevará a un voto débil o incompleto en la parte legislativa de la cédula. “Fuerza Popular podría ser el más beneficiado, pero no al punto de controlar las cámaras. La población aún no distingue entre diputados y senadores.”

Candidatos con potencial regional

La última encuesta de Imasolu también identificó liderazgos regionales con niveles altos de reconocimiento, como Zósimo Cárdenas en Junín o Rafael Belaunde en Ayacucho, lo que podría ser aprovechado por partidos con alianzas locales.

“Alianza para el Progreso tiene una presencia sólida en el norte. En el sur hay un electorado de izquierda, pero también sectores que simpatizan con discursos contestatarios como el de López Aliaga o Carlos Álvarez.”