Elecciones 2026: ¿Qué tan efectivos son los nuevos logos partidarios? Un análisis de Enzo Elguera para El Comercio

La campaña electoral de 2026 será una de las más fragmentadas en la historia del Perú. De los 43 partidos oficialmente inscritos, alrededor del 70% de los logos partidarios tiene menos de cinco años de vigencia. En ese contexto, su posicionamiento no será un detalle menor, sino un componente esencial de la estrategia política.
Logos que comunican más que nombres
En un escenario donde las campañas se decidirán tanto en los murales como en los clips de redes sociales, la batalla por la atención será feroz. Y en un país con bajo nivel de cultura política y con elecciones cada vez más volátiles, eso puede marcar la diferencia entre pasar el umbral o desaparecer del mapa político.
Más allá del diseño estético, Elguera destaca el valor simbólico de ciertos logos que apelan a emociones o elementos profundamente arraigados en la identidad colectiva. Es el caso del partido Batalla Perú, cuyo emblema representa a un Húsar de Junín montado a caballo. Para el analista, este logo “busca rescatar la idea de patriotismo y la lucha heroica”, otro ejemplo es Progresemos, que incorpora una mascota en su símbolo partidario. Aunque inusual, Elguera considera que la estrategia apunta a lo cotidiano, al entorno doméstico: “Desarrollan un trabajo de simbolismo más cercano, más familiar”, indicó.
El caso de Perú Primero: Cuando la bandera se convierte en símbolo
Entre los partidos nuevos, Perú Primero aparece como uno de los casos más estratégicos desde el punto de vista visual. “Juega a hacer recordar la bandera del Perú y el símbolo del partido político más allá de quien ejerza el liderazgo”, explicó Elguera. Es decir, se apela a una identidad nacional genérica que puede funcionar como punto de anclaje para un electorado que no sigue de cerca las campañas, pero sí responde a estímulos visuales conocidos.
No obstante, esta apuesta tiene sus riesgos. El uso de símbolos similares —como es el caso del partido Salvemos Perú, que también incorpora los colores patrios— podría generar confusión al momento de emitir el voto, especialmente en una cédula recargada.
El desafío para los históricos: ¿cómo reconectan el APRA y el PPC?
A diferencia de las agrupaciones nuevas, los partidos tradicionales como el APRA o el PPC cuentan con una ventaja inicial en términos de reconocimiento de marca. Sin embargo, Elguera advierte que no es suficiente pues deben apuntar a conquistar a un nuevo público, ya que perdieron vigencia en las últimas elecciones
Esto implica una tarea de doble vía: preservar los símbolos que generan nostalgia o familiaridad entre votantes mayores, pero al mismo tiempo replantear la narrativa visual para nuevas generaciones que no tienen vínculo con esas marcas políticas.