En su más reciente entrevista, Enzo Elguera, CEO de Imasolu, reflexionó sobre el impacto duradero de la figura de Alberto Fujimori en la política peruana, especialmente en el contexto de las elecciones presidenciales. Según Elguera, Fujimori no solo marcó un antes y un después en la política del país, sino que también inauguró un estilo de campaña que ha sido replicado en diversas contiendas electorales desde entonces: el del candidato antisistema.

Fujimori se presentó como un outsider, una figura alejada del establishment que prometía soluciones prácticas a los problemas urgentes del Perú, como el terrorismo y la crisis económica. Elguera subraya que esta estrategia fue clave para conectar con un electorado que se sentía marginado y desilusionado por los partidos tradicionales. Fujimori encarnaba la esperanza de una solución rápida y efectiva, aunque esto implicara un costo elevado en términos de derechos y libertades.

Uno de los elementos que más nuestro CEO es la habilidad de Fujimori para capitalizar el descontento popular con el status quo. Su imagen de hombre trabajador, con valores vinculados a su herencia japonesa, le permitió construir una narrativa poderosa que contrastaba con la de su principal rival, Mario Vargas Llosa. Esta narrativa, sumada a su astuta lectura del contexto electoral, permitió a Fujimori ganar una elección que muchos daban por perdida para su campaña.

Elguera también señala que el estilo antisistema inaugurado por Fujimori ha dejado una estela en las elecciones presidenciales posteriores. Muchos candidatos han intentado replicar esta fórmula, presentándose como la nueva opción contra el sistema, con la esperanza de captar el mismo tipo de apoyo que Fujimori logró en 1990. Sin embargo, pocos han logrado mantener la coherencia de esta estrategia durante el ejercicio del poder, lo que ha generado una distancia entre las promesas de campaña y la realidad de sus gobiernos.

Finalmente, Elguera concluye que Fujimori no solo cambió la manera de hacer campañas en Perú, sino que también influyó en cómo los electores perciben a los candidatos. Hoy en día, sigue vigente la tendencia de optar por figuras que representan una ruptura con el pasado, lo que habla de la profundidad del impacto que tuvo la campaña de 1990 en la política peruana.