Alberto Fujimori: ¿héroe o villano?
La trayectoria de Alberto Fujimori en la política peruana estuvo llena de sorpresas. Se presentó como un outsider, alguien completamente ajeno a la política tradicional, en un momento en que el país atravesaba una de sus peores crisis y la gente estaba cansada de los políticos de siempre. Fujimori ofreció una alternativa diferente, que prometía honradez, tecnología y trabajo.
A sus 86 años, Fujimori dejó una huella profunda en la historia del Perú, siendo admirado por algunos y criticado por otros. Hijo de inmigrantes japoneses, era un profesor de matemáticas sin relación con los políticos tradicionales, lo que le permitió ganarse el apoyo de un electorado harto del sistema. En su sorprendente ascenso venció al escritor Mario Vargas Llosa en las elecciones de 1990, ganando la segunda vuelta con un 62.4% de los votos.
El Fujishock
Su gobierno, caracterizado por un estilo autoritario, enfrentó una de las peores crisis económicas del país. Implementó el “Fuji-shock” el 8 de agosto de 1990, una serie de reformas drásticas dirigidas por su ministro de economía Juan Carlos Hurtado Miller para estabilizar la hiperinflación heredada del primer gobierno de Alan García. Aunque estas medidas causaron malestar social, ayudaron a la recuperación económica.
Lucha contra el terrorismo
Sin embargo, uno de los hitos más destacados de su presidencia fue la lucha contra el terrorismo. En 1992, durante el gobierno de Fujimori se captura a Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, en la Operación Victoria, también conocida como “La captura del siglo”. Este acontecimiento fue un golpe decisivo contra el movimiento terrorista que había sembrado el terror en Perú durante más de una década. También lideró el rescate de 72 rehenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en la residencia del embajador japonés, una operación arriesgada que consolidó su imagen de salvador ante el terrorismo.
Cuestionamientos
Uno de los momentos más críticos de su presidencia fue la disolución del Congreso en 1992, un autogolpe que justificó como necesario ya que la oposición no le permitía gobernar, así como combatir la corrupción y el terrorismo. Si bien esta medida fue inicialmente respaldada por una parte significativa de la población, el control absoluto del poder derivó en actos de corrupción y abusos de autoridad que empañaron su gobierno. A esto se sumaron las condenas por crímenes de lesa humanidad y corrupción que lo llevaron a ser extraditado y condenado en años posteriores, marcando su legado con luces y sombras.
Inicio de la caída
El escándalo de los Vladivideos, que mostraban a Montesinos sobornando a congresistas y empresarios, fue el principio del fin para Fujimori. Estos videos, grabados en secreto por Vladimiro Montesinos, su asesor principal y jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), revelaron una red de corrupción masiva dentro del gobierno peruano, la cual incluía sobornos, manipulación de medios de comunicación, chantajes y compra de influencias.
La caída
La difusión de los Vladivideos desencadenó una crisis política sin precedentes en el país. Fujimori, que estaba en su tercer mandato tras unas elecciones muy controvertidas en el 2000, intentó distanciarse de Montesinos y prometió realizar reformas. Sin embargo, la presión pública y el creciente escándalo hicieron insostenible su permanencia en el poder. En noviembre de 2000, Fujimori viajó a una cumbre en Brunéi y luego a Japón, desde donde envió su renuncia a la presidencia por fax, en lugar de regresar a Perú.
El Congreso rechazó su renuncia y lo destituyó formalmente por “incapacidad moral permanente”. Mientras tanto, Montesinos huyó del país, pero fue capturado posteriormente en Venezuela en 2001.
Fujimori, por su parte, permaneció en Japón durante varios años, protegido por su ciudadanía japonesa, hasta que fue arrestado en Chile en 2005 y extraditado a Perú en 2007. Finalmente, fue juzgado y condenado por corrupción y violaciones a los derechos humanos, delitos que incluían, entre otros, su participación en la red de corrupción revelada por los Vladivideos, las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta.
Sumilla final
Aunque durante el mandato del expresidente se estabilizo la economía y se dio la lucha contra el terrorismo, la revelación de la corrupción generalizada en su gobierno debilitó su base de apoyo y reveló que la concentración de poder bajo su liderazgo había permitido la creación de una estructura autoritaria y corrupta.
La publicación de los Vladivideos destruyó la legitimidad de su gobierno y lo obligó a buscar refugio en el extranjero. La caída de Fujimori marcó el fin de un régimen y abrió un nuevo capítulo en la política peruana, con un enfoque renovado en la democracia y la lucha contra la corrupción.